El capitan salio a comer y los marineros tomaron el barco
En El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco -una metáfora del lamentable estado de la nave que nos lleva-, Bukowski es más que nunca un filósofo. El libro, que sale de los archivos de John Martin, su editor y amigo durante más de 20 años, es un diario de los últimos meses de su vida, cuajado de reflexiones hechas desde la cima de su experiencia. Todo ha cambiado para seguir igual; Bukowski vive en una casa cómoda, con piscina y jacuzzi y un buen coche en el garaje, pero la desesperación es la misma: "No sé lo que le pasará a otra gente, pero yo, cuando me agacho para ponerme los zapatos por la mañana, pienso: "Ah, Dios mío, ¿y ahora qué?" Estoy jodido por la vida, no nos entendemos. Tengo que darle bocados pequeños, no engullirla toda. Es como tragar cubos de mierda. Nunca me sorprende que los manicomios y las cárceles estén llenos, y que las calles estén llenas..." Charles Bukowski conocía el único secreto que merece ser conocido: que lo único que importa es que nada tiene importancia. Puede que eso -paradójicamente o no- contribuyera a convertirlo en uno de los escritores norteamericanos más leídos del mundo entero, y en uno de los maestros literarios indiscutibles del siglo XX.
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